Mi sobrina Isabela, de 12 años de edad, que vive en Santo Domingo (República Dominicana), ingresó en un hospital de esta ciudad a comienzos de septiembre de 2018 con una anemia severa y un daño renal agudo. Le diagnosticaron una enfermedad que requería una medicina que no tenían en la República Dominicana, por lo que se decidió trasladarla con urgencia a España.
La ingresaron en la UCI del Hospital Niño Jesús. La enfermedad que tenía, diagnosticaron los médicos, se había producido por un lupus muy agresivo. Al cabo de unos días la llevaron a planta, pero pronto tuvo que volver a la UCI porque la función renal empeoró considerablemente. El 20 de septiembre, los médicos le dijeron a mi hermano -el padre de la niña- que no respondía a los tratamientos, que el riñón no mejoraba y que la iban a someter a una diálisis continuada dada su gravedad.
Entre nuestros hermanos hacíamos turnos en el hospital para quedarnos con Isabela, de manera que estuviese siempre acompañada. En esos momentos de angustia, con tres de mis hermanas decidimos empezar una novena a Luminosa pidiéndole su curación. Yo, además, aprovechaba mis visitas al Centro Mariápolis Luminosa, para hacerla en la capilla al lado de su tumba.
Siete días después, el 27 de septiembre, empezó a responder a los tratamientos, mejorando discretamente la función renal. Al día siguiente, era el final de la novena, la nefróloga confirmó esta mejoría por lo que algunos días después, el 1 de octubre, pudieron trasladarla a planta. Tres días después los médicos ya eran mucho más optimistas y la función renal mostraba niveles casi normales. A mi hermano le dijeron literalmente que “estaban muy sorprendidos de cómo había mejorado”. El 17 de octubre le dieron el alta.
Logramos que al principio del segundo trimestre escolar, el 9 de enero, la admitiesen en un colegio en Madrid para que no perdiese el curso, siguiendo con los controles en el Hospital.
Hoy está de nuevo en Santo Domingo haciendo su vida normal y con revisiones periódicas. La nefróloga que la cuida ha dicho que ‘con el cambio hormonal que Isabela tendrá es probable que el lupus prácticamente desaparezca, incluso que pueda dejar de medicarse y no vuelva a tener nuevos brotes’.