Para nuestra HORA

Dos cosas han coincidido: que esta conexión de Chiara Lubich del 29 de noviembre de 2001 nos haya saltado a la vista en estos días, y que mañana, 19 de septiembre, Luminosa cumpliría 80 años. El recuerdo que Chiara hace de ella en esta breve conversación, dirigiéndose a las personas del Movimiento de los Focolares de todo el mundo, con las cuales solía conectarse una vez al mes, nos ha parecido un magnífico regalo de Chiara para Luminosa, regalo que ella comparte desde aquí con cuantos accedemos a esta publicación.

Conexión Telefónica (Audio) – Pensamiento-reflexión de Chiara Lubich
Castel Gandolfo, 29 de noviembre de 2001


Queridos todos:

Estoy en Rocca, después de mi reciente viaje a Austria y a Suiza, de los cuales, al menos del primero, muchos de vosotros habéis sabido algo a través de esos benditos (si se usan bien) medios de comunicación.

Hoy quiero comunicaros un pensamiento que, desde hace algunas semanas, predomina –esa es la palabra exacta– en mi mente. Ya se lo he comunicado a los miembros del Movimiento reunidos en Viena, Austria, y en Baar, en la ciudadela “Piedra angular” de Suiza.

Últimamente, volvía a mi mente un propósito, ya presente pero ahora con más insistencia: “Si Jesús vivió toda su vida con vistas a su ‘Hora’, la del final de su existencia terrenal, también yo debo hacer lo mismo”. Por ello trataba de prepararme de la mejor manera a aquella que será mi HORA.

Para ayudarme había comenzado a hacer meditación con diferentes libros, también con mi libro “La parábola del cuerpo”, que hablan del pensamiento de la Iglesia sobre este tema.

Pero, confieso, sin grandes resultados. No había obtenido grandes estímulos, ni tampoco nuevos y útiles impulsos para vivir en conformidad con lo que me había propuesto.

Hasta que me acordé de Luminosa, nuestra extraordinaria focolarina argentina, que gravemente enferma y consciente de que se acercaba el final de su vida, había tomado como norma: “Seguir jugando”, imitando así a un santo al que, mientras jugaba, alguien le preguntó qué haría si supiera que tendría que morir, a lo que respondió: “Seguiría jugando”.

Luminosa siguió jugando a su manera, como una focolarina, con las fuerzas que tenía: escribiendo, llamando por teléfono, rezando, recibiendo a las personas siempre en la plenitud de la alegría. Hacía, cuando las fuerzas habían disminuido, graciosos trabajos en punto para regalar.

Y, al final de su carrera hacia Jesús, cuando llegó el momento, dijo a quienes estaban a su lado, como pasando el testigo: “Ahora os toca a vosotros”.

Luminosa no había pensado en el después, ni meditado sobre el después para prepararse para su HORA. Había vivido el presente con la máxima intensidad.

Para reforzar este pensamiento y mi consiguiente propósito de hacer lo mismo, precisamente me ha caído entre las manos en estos días un nuevo libro editado por Cittá Nuova, preparado por Enzo Fondi, que se encarga en el Centro del tercer aspecto de la Obra, el cual ha hecho un buen prefacio. El título “Cada momento es un don”. Es una recopilación de mis pensamientos escritos o dichos, a lo largo de los años, sobre la necesidad de vivir bien el presente.

Me ha parecido muy útil y se lo aconsejo a todos.

Por consiguiente, he renovado mi compromiso de vivir el momento presente, pero esta vez con continuos descubrimientos sencillos, pero fabulosos para nosotros que estamos caminando en el Santo Viaje. Estos son algunos. Os doy unos diez, pero son muchos más… ¡Estos son los descubrimientos!

Porque vivo el presente hago mejor la voluntad de Dios. ¡Sabemos qué importancia tiene!

Pero, porque hago la voluntad de Dios más perfectamente, en consecuencia amo con más facilidad a Dios con todo el corazón, la mente, las fuerzas, y al prójimo como Dios quiere.

Haciendo la voluntad de Dios, voy por el camino que me lleva a la santidad. (¿Recordáisel descubrimiento de los primeros tiempos de la voluntad de Dios en cuanto posibilidad de poner la santidad al alcance de las multitudes?).

Además: si hago la voluntad de Dios, anulo la mía.

Pero, anulando la mía, doy gloria a Dios. Es como si le dijera con la vida: “Tú eres todo, yo soy nada”.

Y anulando mi voluntad encuentro el modo de amar a Jesús Abandonado.

Haciendo la voluntad de Dios, mi vida, que podría conducir humanamente, comogeneralmente se hace, continúa la “aventura divina”, que ya he experimentado, durante estosaños, con la construcción de una Obra de Dios. Y se va cumpliendo así, momento tras momento, el proyecto que Dios tiene para mí.

Viviendo bien el momento presente, me doy cuenta de que vivo en práctica todas las virtudes: la paciencia, la pobreza, la perseverancia, la constancia, la humildad (porque soy nada), la pureza, el desprendimiento… y, naturalmente, la caridad.

Y, por último, viviendo así, experimento con íntima alegría qué ligero y suave es el yugo del Señor…

Y no sólo…

Y ahora comprenderéis por qué me he enamorado del momento presente hasta el punto que –pasado un mes de haberlo vuelto a descubrir– aún me encuentro aquí, al final de la meditación (que puede versar sobre los más variados temas), haciendo el propósito de vivir el presente de un modo o de otro.

Queridos todos: ¿qué conclusiones podemos sacar?

Os deseo que os “sumerjáis” en cada instante en la voluntad de Dios o, como ha aconsejado nuestro Papa, que os “rindáis” a la voluntad de Dios en el momento presente.

Que la Virgen María, que sabe bien lo que es la voluntad de Dios, os la grabe en el alma.

Os lo deseo de todo corazón.

Chiara