Testimonio de Cristina Martínez

Era un 18 de diciembre, por la noche, un día normal de 2018. Estaba haciendo la cena cuando de repente mi sobrina me llama angustiada para contarme lo que pasa y pedirme consejo.

La vida de mi hermana “pendía de un hilo”: no se había encontrado bien ese día y fueron al hospital de San Rafael, al lado de su casa. Allí fueron rápidos con el diagnóstico. Tenía una disección de aorta: se le había abierto desde la altura del corazón hasta los riñones. El pronóstico era muy grave, ya que si se le rompía se moría en el acto. En ese hospital no tenían ni los medios ni los especialistas para operarla de urgencia. Eran las 23.00 y había que trasladarla a otro hospital. Es en este momento cuando mi sobrina me pide consejo. Yo me pongo delante de Dios pidiendo al Espíritu Santo que me ilumine.

La hermana de Cristina en una foto de octubre 2021

Era muy peligroso el traslado porque existían muchas posibilidades de que la aorta se rompiera; pero era la única esperanza. Y así se lo dije a mi sobrina. Nos arriesgamos confiando en Dios.

Doy gracias a la sanidad pública por el buen hacer de todos los profesionales, que a medianoche la estaban esperando con el quirófano preparado, y a la policía por escoltarla en la ambulancia. Pudo llegar para ser operada: diez horas de operación, desde la 1.00 de la mañana hasta las 11.00. Un gran ¡GRACIAS! al cirujano que apostó por ella.

Yo no dejé de rezar y ofrecer antes, durante y después de la operación. Esta de hecho fue un éxito, pero la patología era terrible, las complicaciones tremendas y las secuelas inimaginables.

Durante 60 días estuvo sedada en la UCI, fue un tiempo de gran tensión y angustia, durante el que cada día esperábamos y temíamos el parte del equipo médico de la UCI. En este tiempo seguíamos rezando mucho, no solo la familia sino multitud de amigos de distintos grupos. La fuerza de la oración fue impresionante. Nos mantuvo en pie, sanó relaciones en la familia y creó otras nuevas.

El 30 de diciembre tuvo una hemorragia intestinal. No había mucha esperanza de que saliera pero salió, yo me puse a rezar a la Virgen y a Luminosa (sierva de Dios y en Proceso de beatificación), pero en un momento dado pensé: «Esto es demasiado gordo para pedir la intercesión solo de Luminosa» y empecé a rezar a Chiara Lubich también. Me parecía una oportunidad para que pudiesen ser hechas santas a la vez a través de este milagro. 

En días posteriores las complicaciones fueron muchas: dos infartos cerebrales, una bacteria en los pulmones de la que era difícil recuperarse, un riñón infartado, un trombo en el brazo, una luxación en el brazo, etc. ¡¡¡Qué difícil salir de esta!!! Pero ahí seguimos yendo todos los días, y cada día que la teníamos viva con nosotros era una victoria: el momento presente era lo que importaba y nada más.

A los 60 días debían empezar a despertarla y hacerle una traqueotomía ya que no podía respirar por ella misma, tuvimos un susto con un paro respiratorio pero lo superó. A los tres meses la pasaron a planta. Estaba muy débil y no podía andar pero parecía que nos conocía y podía hablar.¡¡¡UFFF!!!

El 8 de mayo de 2019 le dieron el alta médica: el corazón está perfecto, la RX tórax y todas las pruebas también. 

Ya puede andar, respirar y hablar sin ninguna secuela. ¿Quién no puede creer en milagros después de esto? Solo puedo decir que tengo tres cosas en el corazón a raíz de haber vivido todo esto: lo que me dijo el sacerdote que le dió el sacramento de la unción de enfermos: «Los médicos son necesarios pero el médico mejor y el decisivo es Dios». Mi oración a Luminosa y a Chiara Lubich a las que creí capaces de interceder por mi hermana ante algo tan grave. Y la cadena de oración que se formó para rezar por ella, que nos dio fuerza y ayudó a que sucediera este milagro siendo todos un solo corazón.

Doy gracias a Dios por tener a mi hermana aquí todavía y poder seguir caminando con la certeza de que para Él “TODO ES POSIBLE”. Tres años después, los controles médicos confirman que su estado de salud es perfecto y yo sigo dando gracias a Dios por ello.

Cristina y su hermana en una foto de 2020