Soy viuda y desde hace años he estado ayudando a pagar la residencia de uno de mis hijos que necesita cuidados especiales y por mi edad no lo puedo atender en casa. Lógicamente, mi paga mensual debía cubrir lo que le faltaba a la suya, hasta que el pago de la residencia lo concediera la Seguridad Social. He vivido así gracias a la ayuda de familiares y de la Comunidad de los Focolares de mi territorio. Hace un mes, después de cinco años de espera, nos llegó la respuesta afirmativa de la Seguridad Social.

Casi contemporáneamente supe que hacía falta ayudar para cubrir los gastos del proceso de beatificación de Luminosa. Sentí el empuje a vivir el amor recíproco con Luminosa, aportando cada mes diez euros, además de una cifra más importante cuando me llegó la primera paga de la Seguridad Social. 

Colaboro en la Pastoral de la salud de mi parroquia visitando a los enfermos y he encomendado a Luminosa, en especial, a dos personas que visito regularmente: las he dado su estampita y rezamos juntas la novena. 

Una de ellas, desde hace más de dos años sufre una enfermedad rara que no logran diagnosticar y tanto ella como su familia estánmuy preocupados. Le hablé de mi experiencia con Luminosa y comenzamos a pedirle juntas para que los médicos llegasen a un diagnóstico. Hace unos días me llamó muy contenta. La había llamado su médico dándole fecha para comenzar ya un tratamiento. Nos pareció que Luminosa nos había escuchado y que está intercediendo ante Dios. Ahora seguimos rezando, pidiéndole la salud completa.

Carmela Sánchez-Campa Durán